Técnicas
¿Eres deportista y quieres evitar lesiones? ¿Has tenido algún esguince y notas la articulación “poco estable”? ¿Te ha dicho alguna vez tu fisio que deberías hacer trabajo de propiocepción por tu lesión? Si has respondido sí a alguna de estas preguntas, ¡entonces esta entrada al blog te interesa!
Como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, en Dinámica fisioterapia apostamos por una prevención/ recuperación activa de las lesiones, de forma que el propio paciente es el que toma las riendas de su tratamiento (estando siempre bien informado y pautando lo que más le conviene en cada momento).
Los que nos conocéis, nos habréis escuchado en numerosas ocasiones recomendar el trabajo de propiocepción. Por este motivo, y porque sabemos que muchas veces se desconoce este tipo de entrenamiento, nos hemos decidido a hacer una entrada a nuestro blog sobre este tema.
¿Qué es propiocepción?
Los pujos pueden ser dirigidos o espontáneos
“Propio-“: uno mismo, “-cepción”: consciencia.
Quiero que cierres un momento los ojos y te concentres. ¿Sabes decir cómo estas colocad@?, ¿qué postura tienes?, ¿dónde está tu mano derecha, o tu rodilla izquierda?.
Sí, ¿verdad? Pues ese es el sistema propioceptivo. La propiocepción es la capacidad que tiene nuestro cuerpo para sentir las diferentes partes de nuestro cuerpo, su posición, grado de estiramiento, el movimiento, etc.
Es un sistema presente en nuestro cuerpo que trabaja de forma automática, pero que muchas veces es necesario entrenar, sobre todo ante la presencia de lesiones o como prevención de las mismas.
¿Qué forma el sistema propioceptivo?
Está formado por diferentes receptores situados en nuestros músculos, ligamentos y articulaciones que envían la información a nuestro sistema nervioso central, para que el cerebro procese dicha información y elabore la respuesta más adecuada. Por tanto, es un sistema involuntario, nosotros no lo controlamos, pero sí podemos ejercitarlo para que esta respuesta sea más rápida y eficaz.
Además, el sistema propioceptivo está muy relacionado con el equilibrio y la vista, sentidos que también trabajaremos durante el entrenamiento de este tipo.
¿Cuándo está indicado?
Este tipo de ejercicios los utilizamos los fisioterapeutas, sobre todo cuando se produce alguna lesión que implica algún ligamento (por ejemplo, el caso más típico es el de un esguince de tobillo o de rodilla). En este caso, tras la lesión, el sistema propioceptivo también se ve alterado y tenemos que trabajarlo para “fortalecer” dicha articulación y evitar recidivas posteriores (los famosos esguinces “mal curados”).
También lo usamos en caso de inestabilidad de la articulación, por ejemplo, tras un traumatismo en el que esté implicada la articulación del hombro y éste quede inestable.
Propiocepción como método de prevención.
Otro ámbito en el que los fisioterapeutas usamos este tipo de entrenamiento es para prevenir lesiones en el campo deportivo (haya una lesión previa o no). Según el gesto deportivo habitual es más probable sufrir una lesión en una zona o en otra. Nuestra labor como fisioterapeutas es fortalecer/preparar la zona más susceptible de lesión para intentar que esto no ocurra. Por ejemplo, un corredor tendrá que fortalecer los tobillos y las rodillas, mientras que un jugador de balonmano será muy interesante también trabajar la propiocepción de su hombro y cintura escapular.
En este aspecto, existen numerosos estudios que verifican la utilidad del entrenamiento propioceptivo para la prevención de lesiones derivadas de la práctica deportiva. Este tipo de trabajo se debería de incluir dentro de las rutinas de entrenamiento habituales, pero nuestra experiencia nos dice que esto pasa muy pocas veces.
¿Cómo funciona la propiocepción para prevenir lesiones?
Haciendo un trabajo continuado de este sistema conseguimos que el tiempo de respuesta de nuestro cerebro ante un cambio brusco de posición en alguna de nuestras partes del cuerpo sea más corto, por tanto, rectificaremos antes la posición y esto evitará en muchos casos que la lesión llegue a producirse. Por ejemplo, si vas corriendo y pisas sin darte cuenta un bordillo o una piedra reaccionarás antes a este imprevisto y podrás evitar un esguince o una caída.
Lo mismo ocurre a nivel muscular, puesto que ante un imprevisto el músculo puede responder con un espasmo que nos proteja la zona de una lesión mayor.
Además, trabajando la propiocepción también conseguirás mejorar la postura y el gesto deportivo que estés practicando, lo cual conlleva a menos dolores y a una mayor eficacia en la ejecución.
Progresión de los ejercicios.
Como hemos dicho antes, la propiocepción está muy relacionada con el equilibrio y la vista, por lo que usaremos estos factores para ir progresando en la dificultad de los ejercicios.
En un primer momento buscamos el trabajo sobre una base estable y, poco a poco, vamos cambiando hacia una base cada vez más inestable. También podemos jugar con la base de sustentación, haciendo el apoyo cada vez más pequeño y desafiando de este modo al equilibrio.
Por último, podremos hacer los ejercicios anteriores, pero ahora cerrando los ojos. Puedes probar a ponerte de pie y levantar una pierna, mantén el equilibrio en esta posición con la rodilla de la pierna de apoyo un poquito flexionada. Ahora repite lo mismo, pero cerrando los ojos, ¿notas que pierdes el equilibrio con mayor facilidad?
¿Conocías este tipo de entrenamiento?, ¿lo has usado alguna vez o lo entrenas de forma habitual? Puedes contarnos tu experiencia aquí abajo, en comentarios.